domingo, 20 de diciembre de 2009

Interfaces, páginas, viejas fronteras.

He aquí un vídeo que me ha hecho pensar, por primera vez en una temporada, en los fantásticos cambios que está viviendo la que intento que sea mi profesión. Es largo y está en inglés; para aquellos que suponga un problema lo resumiré: es sobre el diseño de un sistema para leer revistas en tabletas táctiles. Echad un vistazo, rápido o completo.



El vídeo plantea y responde múltiples interrogantes, pero el principal es ¿cómo trasladamos la sensación de la lectura de revistas, combinación de imagen y texto, a dispositivos de navegación sin páginas? La solución propuesta es elegante, aunque puede pecar de monótona: el contenido manda, la estructura es común, y la navegación consistente. Podemos comparar esta clase de esfuerzos con el estilo visto en publicaciones (en papel) de corte experimental, donde la forma de presentar los textos e imágenes de la revista son un factor tan importante como los contenidos en sí mismos. Uno tiende a plantearse esta duda, ¿hasta qué punto debe el diseñador tomar ese control y ese protagonismo en un proyecto de esta naturaleza?

Si bien en casos como las mencionadas revistas, donde el propósito no es sólo atraer el interés sobre el contenido puro y duro, sino también explorar las formas de expresión de ese contenido, el papel del diseñador/director de arte/maquetador es más dominante. Haz algo interesante con lo que te hemos dado, haz algo que llame la atención por sí mismo. Este planteamiento es falaz si lo aplicamos a revistas más generales y centradas, precisamente, en el trabajo de sus escritores, fotógrafos, infografistas... Aquí el papel del diseñador gráfico es sólo el de canal por el que la información fluye ¡y no es tarea fácil! Asumir que la maquetación de contenidos es sólo un trabajo secundario es tan denigrante como pensar que puede comerse un buen plato con cubiertos llenos de óxido: si bien podrá consumirse el producto, su disfrute se verá drásticamente mermado por una presentación mediocre.

Es esta responsabilidad como canal la que, creo, debería enseñarse al impartir diseño gráfico. El cometido de un diseñador gráfico es, empleando medios como la tipografía, la composición y la imagen, el de transmitir un mensaje. No es necesariamente el de producirlo, no es necesariamente el de pensarlo, más a menudo el trabajo consiste en dar voz a quien no la tiene.

Y he aquí por qué pienso que vivimos tiempos magníficos: la llegada de dispositivos que permiten una conectividad rápida y fácil a la red de redes ha impulsado la producción y el consumo de información. ¡Bien! Es de facilitar el consumo de información de lo que va nuestro trabajo, al fin y al cabo. Ahora la irrupción de los dispositivos táctiles (especialmente los de Apple) ha marcado un nuevo camino en la presentación de esta información. La interfaz entera se ajusta al contenido, ya no hay ratón, ya no hay teclado, ya no hay esa serie de elementos constantes que dábamos por sentado: ahora todo está supeditado a la información mostrada. Esta forma de pensar nos deja exclusivamene un marco de referencia, y este marco es el formato.

Tiene gracia, ahora que no tenemos que contar con nada más a la hora de definir cómo interacciona el usuario con el contenido, volvemos al principio del todo. ¿Cómo se recibe la información en una página impresa? ¿a dónde va el ojo naturalmente? ¿qué llama la atención, qué tiende a desviarla? Tenemos que hacernos de nuevo viejas preguntas, y las respuestas que encontramos en su día sólo son válidas a medias. El discurso del papel ya no nos sirve, el contenido no sólo manda en la distribución de la información, también va a hacerlo en la forma de moverse por ella. Toca pensar en navegación, en analogías (arrastrar con el dedo el contenido de una página es más natural que pulsar un botón "abajo", arrastrar de lado lo es más que un "pasar página" en la esquina), toca pensar en información que emerge y desaparece. Sobre todo toca pensar en espectativas del usuario: qué puede querer hacer alguien con este trasto y cómo va a intentar hacerlo.

Un escritor tiene que preocuparse por lo que escribe, un fotógrafo por lo que captura. Un diseñador tiene que preocuparse porque el trabajo de los anteriores llegue a sus receptores de la manera más cómoda y fácil de acceder posible. Creo que puede llegar a ser la parte más interesante de todo el proceso. Dadle unas vueltas. Hasta la próxima entrada.